Con paso firme avanzabamos sobre aquellas negras rocas en direccion a nuestro destino. A traves de pequeñas cavernas y pasadizos, se llegaba un gran edificio llamado El Templo Oscuro. Para ello nos habiamos adentrado en la Cueva Oscura atraves de una caverna marina con un muelle, donde habiamos dejado atracados a La Dragona Roja y el Mar de Dunas con la mayor parte de la tripulacion. Solo yo y los diez oficiales llevabamos a los cuarenta prisioneros mas su capitan., pues eramos los unicos verdaderamente devotos de Mantis, el Dios del Mar y la Venganza, aunque  en aquellas tierras se le conocia por El Dios. Yo no era quien para contradecir a los magos oscuros, pero no pude evitar sonreir el pensar que a un ser inmortal le importara el nombre por el que se le adorase y respetase. Los nombres eran para los mortales. Finalmente, al salir de un pequeño pasadizo, contemplamos la magnifica estructura. El Templo Oscuro no podia describirse con palabras y solo los que presenciaran su belleza alguna vez podian concebirlo en su imaginacion. Llegamos a las puertas y empuje con todas mis fuerzas para abrirlas. Poco a poco fueron cediendo hasta abrirse completamente. Hice un gesto para que fueran entrando mientras yo recuperaba el aliento. Entonces me di cuenta de que no estaba solo

¿Quien eres tu que te ocultas en las tinieblas?¿Acaso eres alguien que pretende impedir mi ofrenda a Mantus? ¡Muestrate!

Le había estado siguiendo desde que ví sus intenciones, desde que bajó de ese barco que traía consigo, junto con unos 40 reclusos. Desde ese momento, comencé a seguirlo desde las sombras, sintiendo curiosidad si lo que pensaba era cierto.
Y no fallé, iba a hacerle una ofrenda al Dios, solo que aquél individuo..."Javier de los Mares" se llamaba al parecer.
Entonces, habló:
"-¿Quien eres tú que te ocultas en las tinieblas?¿Acaso eres alguien que pretende impedir mi ofrenda a Mantus? ¡Muestrate!"
Hablé desde las sombras empleando el tono de voz de ultratumba que me había dado el Dios:
-Jajajajaa-reí, mi voz retumbó en las paredes del templo, parecía provenir de las sombras, y las sombras lo eran todo allí:-Querido y mortal Javier...no me oculto en las tinieblas...Soy las Tinieblas. No pienso impedir tu ofrenda, sin embargo, al Dios, o "Mantus" como prefieras llamarle, a veces le gusta más que le vendas el alma de un vivo a que mates por él, y, sinceramente, veo en algunos de estos marinos un increible potencial como guerreros. Déjales cumplir su última voluntad: o entregan su alma en vida a Mantus, o mueren en su templo como ofrenda. Estoy aquí para hacer más fuertes las filas del Dios, no para ver como un hombre de mar sacrifica un puñado de hombres de mar en un templo al más puro estilo salvaje. También estoy aquí para que te unas a mí, prometo darte poder. Si haces lo que te digo, hablaremos.-fui induciendo a Javier en un hechizo mental para irlo convenciendo, finalmente, cuando pronuncié mi última palabra, el eco de mis palabras se extinguió de forma sobrenatural, absorbido por las tinieblas. El templo quedó sumido en un profundo silencio, en el cual, parecían verse moverse los engranajes de la mente de Javier, pensando.

-Hablas mucho,hombre seco.-dije al tiempo que sacaba mi espada-Y ademas, estos hombres ya han tenido la oportunidad de escuchar la llamada del mar y unirse a Mantus, pero lo rechazaron. Reconozco que algunos son muy valientes y buenos guerreros, pero son guerreros enemigos.

Algo me pasaba en la cabeza. Cuando entre en la Cueva Oscura entre convencido de lo que debía hacer, matar en nombre de Mantus. Pero ahora dudaba.¿Quizás me hubiera equivocado y si se podría convencer a estos hombres. Moví la cabeza de un lado rechazando esa idea. Eran un sacrificio y lo llevaría a cabo.¡Maldita sea! Seguramente el hombre de la voz me estaba haciendo eso.Odio a esos magos que se creen los reyes del mundo. Lance varias golpes al aire para tratar de quitarme las ideas de piedad.

- ¡Muéstrate!¿Quieres las almas de estos desgraciados?¡Lucha!¡Si me derrotas, mis hombres te dejaran elegir a los diez mejores salvo al capitán!¡Ese hombre morirá a mis manos o a las de un Dragón de las Arenas!


Espere en guardia vigilando todos mis flancos mientras me colocaba de espalda a la puerta, donde se encontraban mis compañeros

"-Hablas mucho,hombre seco."
-Hombre seco? Como hombre de mar habrás oido hablar de la Estela del Angel Negro, el barco más grande de todos los tiempos.
Aparecí de entre las sombras:
-Adivina quien es el Ángel Negro-unas alas oscuras como la noche se abrieron en mi espalda, haciendo revolotear algunas plumas en el aire.
Ví como sus guardias personales daban un paso atrás, totalmente asustados:
"-Capitan...-dijo uno"
"-Dicen que lo conquistó el solo, con ayuda de un soldado y..."
"-Y un dragón...-completó un tercero"
Aprobechando su miedo, sumí sus mentes en un estado que no les permitiría acercarse a mí(usando magia oscura)
Miré al capitán con cara de pena:
-Tranquilo, en el templo no cabe mi dragón-sonreí-Luchemos, pues.
A una velocidad endiablada comencé a correr hacia mi oponente, dividí a sentencia en dos y luché con una espada en cada mano, dando tajos rápidos conseguí hacerle varios cortes en el brazo y le desarmé de su espada, entonces, propulsé a Piedad hacia arriba mientras me defendía con Traición, y con la punta de la espada, cogí la moneda que colgaba de la frente del marinero.
Dí una voltereta con potencia inhumana hacia atras, unos 10 metros, y quedé con su moneda en la mano.
Sonreí mientras la doblaba aplastándola con el puño, la lancé unos metros detrás mía.
Aprobechando la confusión y la ira que afloraron en Javier, lancé un cuchillo de sombras a la mano con la que sugetaba su daga, dándole justo en un punto que hizo que ésta saliese propulsada de su mano para acabar a 5 metros de él.
En un segundo aprarecí delante suya, dejando una estela sombría tras de mí.
Piedad se situaba en su garganta, y Traición en la parte posterior de su cuello. Mis ojos azul y rojo se encontraron con los suyos, entonces, hice que perdiera la movilidad de piernas y brazos, haciéndole caer al suelo delante mía:
-Ahora, júrame lealtad y salvarás tu vida y las de tus hombres.
Agrandé mis alas hasta que nos cubrieron como un cascarón, sin dejar entrar nada de luz, en esa oscuridad absoluta, lo único que brillaban eran mis ojos que habían pasado a ser morados, pero brillaban de una manera especial, puesto que estaban en un espectro aún más oscuro que la oscuridad, brillaban como tinieblas.
Mis ojos seguían clavados en los suyos, y sugeté su cabeza con fuerza con mi mano derecha. Si no cumplía mi voluntad, aplastaría su cráneo.
-Únete a mí o sufrirás la Sentencia del Juez de la Muerte.-hablé con mi frecuencia de voz más poderosa, el sonido retumbó en las paredes del cascarón. Encontré la imagen de su padre explorando en su mente, transformé mis facciones en las suyas durante unos segundos, conservando siempre mis ojos, había conseguido su miedo y su sumisión, ahora solo me faltaba su palabra. Entonces, pronuncié unas palabras que recorrerían cada rincón de su ser: -Dame tu alma.-

Si había oído hablar del Angel Negro.Hasta ahora pensaba que eran exageraciones de marineros borrachos. Hasta ahora. Me había arrebatado mi espada, mi daga y mi querida moneda en un abrir y cerrar de ojos y ahora estaba a oscuras con ese maldito diablo. Y entonces vi el rostro de mi padre. Mahamud de Tyris. El hombre que me atormento los primeros años de mi vida. El hombre que me envió lejos de mi tierra. El hombre que asesino a mi esposa. Un sentimiento surgió de mis entrañas, sepultando el miedo y la desesperación. La rabia. Rabia por aquel hombre de ojos tenebrosos que me hacia recordad los malos tiempos. Por aquel que no solo me amenazaba a mi, sino a aquellos que han sufrido conmigo. Aquel que quiere mi alma, cuando esta no le pertenece a otro que a mi Mantus. No podía mover mi cuerpo, pero al parecer mi cabeza aun respondía, así que le escupí a la cara.

-¿Quieres mi alma?Ehh.¿Quieres mi alma? Llegas tarde, bastardo. Mi alma ya tiene dueño y no eres tu.


Mi mente se lleno de recuerdos de Aishel. Cuando nos conocimos en la caravana de camino a Guardiadragones, cuando entrenábamos con el arco y hacíamos competiciones. El día de nuestra boda junto a la costa. Los ojos se me llenaron de lagrimas y decidí despedirme de mis camaradas.

-¡Dragones de las Arenas!¡Ha sido un honor servir estos quince años al Dios junto a vosotros!¡Vivir bajo sus principios!

Entonces mire al Ángel desafiante y mis labios pronunciaron una ultima palabra.

-¡Hazlo!

Cuando me escupió en la cara, aumenté la temperatura de mi piel a niveles bastante altos y su saliva se evaporó.
"-¡Hazlo!"-dijo
-Javier, no necesito tu alma, fue tan solo una prueba.-mis ojos volvieron a ser rojo y azul aunque seguían brillando:-Eres un hombre de valía-le devolví movilidad a sus extremidades y quité mi mano de su cabeza-Y digno servidor del Dios, y me gustaría tenerte a mi lado en combate.-deshice el cascarón y mis alas, un lecho de plumas y unos hombres asustados y paralizados nos rodeaban. Le hice un gesto al marinero para que se levantase:-Si te unes a mí, te daré poder, poder para conseguir tus ambiciosos sueños...y cuando los consigas, perderás ese poder, pero ya no me deberás lealtad. Puedo ayudarte a cumplir tus sueños...si tú y tus hombres os unís a mí. Te dejaré pensártelo, nuestros caminos se volverán a encontrar...hasta entonces.-por último, le tranmití un mensaje mental:-Tenlo en cuenta, por lo que he visto en las mentes de tus hombres, uno de ellos te traicionará-Acto seguido, desaparecí de la estancia haciendo que las plumas reboloteasen formando un remolino alrededor de Javier.
Cuando éstas estubieron en calma, había muchas menos que antes, sin embargo, en su lugar, un círculo de 30 dagas hechas de la más pura oscuridad rodeaba al marinero. Éste se encontraba en perfecto estado, sin ningún rasguño, con su moneda en la frente, lo único que resultaba diferente, era que su espada parecía refulgir oscuridad.

OFF: las dagas son para el sacrificio, la espada está encantada con magia negra básica, y durante los próximos 30 posts on rol (los de este tema no cuentan), las heridas causadas con ésta tardarán más en curar y se infectarán más fácilmente, es una muestra del poder que Dam puede darle a Javier.

El Angel Negro desaparecio formando un remolino de plumas a mi alrededor. Vi en el suelo treinta dagas negras formando un circulo y ahora de mi espada parecia emanar oscuridad.¡Malditos magos cobardes y prepotentes! Saque la espada de su vaina y la arroje al centro del circulo mientras avanzaba hacia mis hombres. Un escalofrio recorrio mi espalda, haciendome volverme. Mire a la eterna oscuridad de la Cueva y recogi de nuevo mi espada

-¡Angel Negro! Puede que cuenten que eres un gran guerrero, pero hoy solo has demostrado saber de magia. Aun asi, voy a cumplir mi palabra. Los diez mejores, los unicos diez tripulantes de la Armada de Aleketh que quedan, seran enviados a Aresher.

Les hice un gesto a mis hombres para que recogieran las dagas, mientras yo seleccionaba a los prisioneros. Entre los que vendi a Ykeon, los muertos y estos, solo podria sacrificar treinta mas el ceporro del capitan. Terminada la seleccion, mande a dos Dragones con ellos a Aresher. Apenas fui consciente de la gente del Templo mientras cruzaba el espacio entre la puerta y el altar. Una vez alli ordene a los prisioneros que se arrodillasen. Dos de mis hombres trajeron un barril al tiempo que llevaba arrastras al capitan hasta el altar.

-¡Oh,Mantus! Somos la oficialidad de La Dragona Roja. Desde hace mas de diez años hemos surcado los mares en tu nombre y realizado sacrificios, pero es la primera vez que hemos venudo hasta tu templo. La razon es este hombre, el Capitan del ultimo barco que capturamos. Traiciono vilmente a sus hombres dejandolos a su suerte y todo ello con una sonrisa en la cara. Este alma no merece descansar en la Eterna Mar(off: el Otro Lado) y por ello te entrego personalmente su alma
Sumergi la cabeza del hombre en el barril, ahogandole. Este intentaba zafarse, pero era inutil. Fue en ese momento cuando otro prisionero interrumpio el ritual.

-Señor, deseo pedir mi ultima voluntad.

Deje de ahogar al bastardo y me gire hacia el prisionero. Con las ropas raidas y algo delgado por la desnutricion, era sin duda el mas pequeño de todos.

-Pide

Se despojo de las cadenas gracias a su estado y se acerco a mi posicion. Si previo aviso, se lanzo contra el capitann. Les separe con suma facilidad. En la mirada del marinero habia autentico odio.

-Señor,quiero pedir mi ultima voluntad- empezaron a decir los demas prisionero, arrojando sus cadenas al suelo para ir a por su capitan. Con la espada desenvainada me interpuse en su camino

- Desconozco vuestros motivos, pero no voy a ser yo quien impida a este hombre recibir una paliza. Pero si alguien lo mata, os quemo vivos

Con estas palabras me aparte a un lado y observe como golpeaban, pateaban y empujaban al bastardo y solo se retiraron cuando este no se tenia en pie. Los prisioneros volvieron a su sitio y adoptaron la posicion de descanso con las manos en la espalda. Volvi a coger al capitan y sin mas ceremonias le meti de cabeza en el barril. Los prisioneros sonreían y muchos parecian aliviados.

-Te envio su alma- dije cuando dejo de moverse-¡Oh, Gran Mantus!

-¡Oh, Gran Dios!- respondieron mis hombres, los sacerdotes y , para mi sorpresa los prisioneros.

Baje el escalon que separaba el altar de los prisioneros y comence a hablarles.

-El Dios de Ereaten, Yehnev,Svea,La Diosa de los Elfos y algun minoritario mas. Esos son vuestros dioses. No queremos traidores de ultimo momento


-Ellos son los que nos traicionaron. Nos traicionaron al impedirnos con sus leyes y doctrinas acabar con ese despota que tu has matado tan fácilmente. Llevo tres años aguantando ese tormento. Algunos hasta ma. Y un dia llegas tu y nos asaltas.El poco cuerpo que tengo lo ha cogido durante mi cautiverio. Tu, nuestro captor, nos has alimentado y tratado mejor que nuestro capitán. Tu nos has abierto los ojos para ver la traición de los dioses y tu nos has permitido cobrarnos nuestra pequeña venganza. Tu y tu dios nos habéis dado mas en un mes que todos nuestros dioses juntos. 

Sus palabras parecían sinceras, pero no terminaban de convencerme.

-No se si estoy escuchando las ultimas palabras de un hombre desesperado o un autentico fiel

-¿Mi muerte servirá a Mantus?-dijo mientras terminaba de rasgarse la camisa que llevaba-No falles

Estaba meditando la actitud del prisionero cuando observe movimiento en la puerta del Templo.Era un niño pequeño que llevaba una túnica negra. En esos momentos pensé que era un mago como El Ángel Negro. Por alguna razón sentí miedo ante se presencia, mas que al águila de ojos rojos que estaba posado en su cabeza. Entonces, dentro de mi mente empece a escuchar palabras. Decían mi nombre, no con aquel con el que me llamaban ahora, si no con mi nombre de nacimiento. Ademas me pregunto si sabia quien era.No le conocía de nada, aunque muchos niños se habían cruzado en mi vida. Le mire fijamente a los ojos como el estaba haciendo conmigo. Había algo en esos ojos. Y entonces lo comprendí. Las piernas me temblaron hasta caerme de rodillas al suelo, para sorpresa de mis hombres que procedieron a imitarme, para acto seguido apoyar mis manos en el suelo en señal de total sumisión. Sabia quien era. Durante quince años me había acompañado mediante mi fe y mis actos y era el principal motivo de mi visita al Templo Oscuro. Su Templo Oscuro. Era Mantus, mas conocido como El Dios. Era mi Señor.Era mi Dios. Agache la vista hacia el suelo y de mis labios solo se escucharon cuatro palabras.

-El Dios,mi señor

Puedo afirmar que me había enfrentado en combate a sirenas y a los mayores barcos de las armadas del mundo, había combatido contra varias enfermedades contraídas en mis innumerables viajes e incluso había cruzado la espada con un Guerrero de las Tinieblas y jamas había tenido tanto miedo y respeto como en ese momento.

Sus palabras fueron la confirmación de que no todos eran fieles seguidores al Dios. De hecho uno salio corriendo hacia la puerta del Templo. No tardaron en cogerlos mis Dragones y traerlo ante mi. Me levante del suelo, y saque uno de los cuchillos que nos había dado el Ángel Negro y se lo ofrecí al joven marinero de antes.

-Prueba tu Fe-le dije al muchacho mientras tomaba la daga.

Este se coloco frente a su camarada, que estaba de rodillas con dos Dragones sujetándolo. Este le miro a la cara y le suplico.

-¡No,Pax!¡Por el amor de Svea!


-Svea nos dejo tirados en aquel barco-dijo mientras con la daga le cortaba la garganta-Adiós,hermano

El prisionero se llevo las manos al cuello en un vano intento de parar la hemorragia, pero era inútil. Su hermano sabia bien donde y cuanto cortar. Pax me ofreció de nuevo la daga,pero la rechace.

-Ahora es tuya


Entonces me di la vuelta, justo para ver a la mitad de los prisioneros salir corriendo hacia la puerta y adoptando una actitud defensiva. Los compañeros que habían permanecido en el sitio los miraban con desprecio e ira. Los Dragones me imitaron y les dieron catorce dagas. Sin que se les dijera nada, redujeron a sus antiguos compañeros y los arrastraron ante El Dios, colocándoles de rodillas. Todos me miraban a mi, como esperando la mi consentimiento. Asentí con la cabeza y se produjo la ejecución mas variopinta que había visto nunca. La mayoría no sabían empuñar un cuchillo, mucho menos usarlo eficazmente. Algunos degollaron, otros apuñalaron varias veces en el cuerpo, otro insistió en clavárselo en la cabeza.Finalmente todos consiguieron y acabaron llenos de sangre. Pax me miro a los ojos y en su cara se dibujo una sonrisa. Lo había hecho bien. Había matado a su hermano y no había dudado. Si el Dios me lo permitía, le entregaría el barco que capture para que lo capitaneara. Entonces me volví hacia El Dios y ,volviendo a hincar la rodilla, espere instrucciones

OFF/Quedan tan solo los quince que eran fieles al Dios sin dudas. Los dudosos y los mentirosos han muerto. Pax es que tiene la fe mas firme de los prisioneros

Escuche atentamente cada palabra que Mantus,el Dios, nos decía. Mientras, el pájaro que se metió dentro de mi cuerpo en forma de sombra. Sentí como me recorría por dentro. Lo sentía frió y bastante desagradable mientras me llenaba por dentro, apoderándose de mi alma. Tras la desaparición de Mantus, volví a ponerme de pie. Todos me miraban atentos, esperando que les dijera algo. No tenia nada que decirles, al menos no a todos. Me acerque a Pax, que me miraba con cara de admiración y respeto. Se sorprendió mucho cuando le abrace fuerte.

-Enhorabuena, hermano- le dije cuando nos separamos,dirigiéndome hacia la puerta. Este sonrió de alegría y empezó a seguirme junto con el resto de la tropa. Me detuve justo a la salida y contemple las oscuras vistas. Pax se puso a mi lado.

-¿Y ahora que?

-Ahora dos hombres irán a Rossnatt para reclutar a varios expertos en la fabricación de pólvora y a por su formula. El resto iremos a Shaulen a comprar acero y hierro para fabricar mas munición. Vamos a asaltar barcos y pueblos pesqueros. Muy pronto la gloria de Mantus sera conocida en todos los rincones del mundo.