Recuerdo del primer mensaje :

Definitivamente me había perdido.Tanta hierba y tanto árbol me desconcertaban mas que las dunas de arena de mi tierra. Solo sabia que estaba al norte, muy al norte, de Puertoblanco, pues había tomado esa dirección tras desembarcar allí. Gracias a un anciano que me encontré en una posada del puerto conocía la existencia de dos escuelas de magia: La Torre y la Escuela del Lago de la Luna, ambas al norte. La gente me miro extrañada mientras hablaba con el. Supongo que en estas tierras pedir consejo a un hombre mayor esta mal visto, todo lo contrario a lo que pasa en el Sur. Y así me había embarcado en la búsqueda de una de las dos escuelas. No tenia preferencias. Pero fuera de la ciudad nadie hablaba. En parte por supersticiosos, en parte por miedo a la Inquisición. Aunque no me arrepentía de haber dejado en la Academia la armadura, tuve que admitir que en esta situación habría sido bastante útil. Andando y cojeando llegue hasta el cartel de un pueblo llamado "Encrucijada" y allí me derrumbe a un lado del camino, empezando a maldecir en sureño,común, nórdico y elfo. Habría maldecido en enano también si hubiera sabido. Los problemas difíciles como este siempre me causaban emoción y diversión, pero cuando mi pierna hacia de las suyas simplemente no podía mas. Tendría que quedarme allí un buen rato. Había tenido suerte, pues caí sobre una especie de montículo de arena que fue removida hace poco. En esos momentos no tenia ni idea de por que, aunque tampoco me importaba mucho. A mi me serviría para reposar un rato y eso era lo importante.

Me arranque uno de los anillos del dedo, uno de oro puro y se lo lance para que lo cogiera. Ese anillo me lo habian dado cuando ingrese en la Academia y no me apetecia conservarlo.

-No te lo gastes todo. Solo busca un caballo.-dije mientras me daba la vuelta. Ni siquiera espere a ver si la niña lo cogia. Note que la gente me miraba raro, pero era normal. Seguro que no era habitual que alguien de mi categoria estuviera en el pueblo.
Me perdi por entre los puestos de vendedores, buscando suministros

Lo cogí al aire, aunque me pilló por sorpresa. Tenía buenos reflejos.
Por primera vez tuve que gastar energía para sostener algo entre mis manos. Cansaba más de lo que creía. Me será difícil sostener la espada.
Me dijo que no me lo gastase todo. ¿Cómo me voy a gastar un anillo de oro entero? Es una fortuna.
Me invadió el pánico. Si consigo comprar un caballo... ¿Cómo voy a llevarlo? ¿Tendré la suficiente energía como para tirar de las riendas? El caballo se asustará si ve que lo llevan y no nota ningún peso encima suya.
¡Seré estúpida! No puedo comprar un caballo, ¡nadie puede verme! ¿Cómo puede habérseme olvidado? Todavía no estoy acostumbrada a no estar viva.
Tendré que robarlo, él cree que lo compraré. Pero no puedo hacer eso, la gente necesita los caballos, que yo me lleve uno puede ser una gran desgracia para una familia. ¿Y si dejo una nota y el anillo en su lugar? Podrían robar el anillo. Ah, lo meteré en los bolsillos del dueño.
Eso o decir que no he encontrado ningún caballo a la venta. Pero eso supondría estar todavía más tiempo aquí. Y yo estoy cansada. Quiero llegar a la escuela y ver a mi hermana. Seguro que Al Haman también tiene ganas de llegar.
Estaba en la duda cuando pasó por mi lado un hombre llevando a un caballo tras de sí, agarrado por la rienda. Lo ató en un poste y entró al bar. ¿Cómo podía ser tan confiado, si hace nada había habido un intento de robo justo aquí al lado?
Un momento... ¿hace nada? ¿Cuánto tiempo había pasado? En el mundo de los espíritus el tiempo pasa de otra forma, lo leí en alguna parte... Me entró el pánico. ¿Y si mi hermana ya es mayor? Tengo que ir a verla ya.
Esta es mi oportunidad de conseguir un caballo. Solo tengo que entrar en la taberna en la que el hombre ha entrado, introducir el anillo en la bolsa que llevaba y correr. Esperaré a Al Haman a las afueras, en dirección a la Escuela.
No tenía papel, y mucho menos una pluma, así que no podría escribir una nota. Sólo espero que el hombre entienda el intercambio. O no, qué más da, encontrará un anillo de oro y eso recompensará la pérdida del caballo. Con creces.
Entré en la taberna. Y sentí un escalofrío cuando nadie se giró a ver quién había entrado. Porque no verían a nadie.
Alguien miró en mi dirección. Estaba mirando a la ventana, justo detrás mía. Por un momento había pensado que me había visto, pero qué va, ya no existo aquí.
Reconocí al hombre del caballo e introduje con sigilo el anillo en su bolsa, que llevaba a la espalda. Ser tan confiado le causaría problemas. Algún día alguien le robaría algo y no dejaría ningún anillo de oro para compensarlo. Le cerré la bolsa, no quería que le robasen nada, nada más que el caballo que robaría yo.
Salí de la taberna, de nuevo sin miradas ajenas posándose en mis movimientos.
Era un pueblo tranquilo, y no había nadie que viese un nudo desatarse solo, unas riendas levitar en la nada y un caballo obediente avanzando sin órdenes que se lo indiquen.
Me bajé cuando llegué al punto que buscaba, no quería incomodar al caballo. Lo até a una valla y me senté en el suelo a esperar.

Avance entre los puestos siendo esquivado por la gente. Sonrei. Al fin había gente que me trataba como debía. Encontre un puesto donde vendían joyas y me pareció adecuado para convertir una de las dagas en dinero.

-Saludos. Me gustaria vender esta daga a un buen precio.

-Pero señor. No creo tener el suficiente dinero

-Deme todo lo que tenga. Seguro que es suficiente para comprar los suministros que necesito.

El hombre se apresuro a vaciar la caja con el dinero encima del mostrador, no creyendo la suerte que tenia. Sabia que no me había pagado ni la décima parte de su valor, pero no me importaba. Solo quería llegar a la escuela lo mas rápido que pudiera, pues no encontraría en otra parte un baño decente.

Compre bastantes suministros y aun asi me sobro dinero. Ya no lo necesitaría, así que se lo di a otro mendigo. Llegue a donde estaba.....¡Dios!¿Como se llamaba?No recordaba que me hubiera dicho su nombre. Bueno, daba igual.

-Veo que encontraste un caballo. Pongámonos en marcha- dije mientras metía los suministros en unas alforjas que colgaban a cada lado del caballo y me subí como pude a el. Ofrecí mi mano a la muchacha para ayudarla a subir, aunque por categoría no debería hacerlo.

Le vi llegar, no tardó demasiado. Esperaba que no me preguntase por lo que me había sobrado, y no lo hizo. No se preocupaba mucho por el dinero.
Me ofreció la mano para subir al caballo.
-No, gracias, puedo yo sola.
Me subí e intenté ponere lo más atrás posible en el caballo. Si descubría que era intangible... Era demasiado pronto para revelar nada.

Una vez la niña se monto en el caballo nos pusimos en marcha. Atravesamos el pueblo en nada y nos internamos en las Tierras de la Noche, famosas por que nunca era de día. No sabia si la niña lo sabia, así que decidí comentarlo.

-Las Tierras de la Noche. Ya estamos cerca de la escuela


de hecho cuando subimos una pequeña colina divisamos la escuela a lo lejos, en medio de un lago. Era precioso, aunque se veía como fuego en la orilla, como si alguien hubiera atacado la escuela.

-¿Que crees que ha pasado?- dije al tiempo que apretaba el paso.

Al final, el camino estaba claramente marcado. No tuve que darle ninguna indicación para llegar hasta la Escuela. Él ni se dio cuenta, hasta me aclaró donde estábamos una vez. No debía tener muy buena memoria.
Quedé fascinada cuando vi el lago y el monumento que se alzaba en el centro. Pero no tuve tiempo de admirar nada, porque descubrimos un fuego en la puerta. Temí por la vida de mi hermana, pero no podía dejar solo a Al Haman.
-No... No lo sé. ¿Por qué no nos acercamos? -pregunté. Le habría dado sin más una patada al caballo para que saliera a trote, pero no podía tocar al caballo. Era un asco estar muerta.

-No se si acercarnos- dije cuando la niña me insto a ir- Si ya ha sido el ataque no pasa nada, pero si aun están bajos asedio puede ser peligroso

Así que este era el gran ataque que no paraba de comentarse en los pasillos de la Santa Academia. Debí imaginármelo, aunque también era mala suerte que de todas las escuelas que había atacaran justo a la que iba a ir yo.

-Volveremos al pueblo y haremos noche alli.


Dicho esto di media vuelta y parti de nuevo hacia el pueblo con calma

-¿Otra vez al pueblo? -protesté. Llevo mucho tiempo esperando para ir a la escuela, y además, no podía simplemente irme, ¿y si mi hermana estaba en peligro?-. ¡Acerquémonos, por favor! -supliqué-. ¿Qué puede pasarnos? Es sólo echar un vistazo, y si salvamos a alguien, quizás nos premien. ¿No te gustaría empezar con buen pie, con el favor de tus profesores? ¡Seguro que eso te falicita mucho el estudio y la vida en la academia!
Él era un hombre orgulloso y testarudo, pero quizá mis argumentos bastasen para convencerle. No podía alejarme de él, debía cuidarle, mas me era imposible olvidar a mi hermana.

Me detuve en seco y mire a la niña. Acto seguido me quite la túnica,quedándome solamente con una camisa y unos calzones blancos.Me arremangue la manga derecha y le enseñe lo que había debajo. Una marca a fuego con el símbolo de la Inquisición. Se lo hacían a todos los que ingresaban en la Academia y se negaban a llevar el pesado anillo.

-¿Ves los estandartes?Tienen el mismo simbolo. Si me capturan,me ejecutaran por traidor. Si bien me fui por las buenas, durante las guerras no se hacen ese tipo de comprobaciones.

Volví a mirar a la batalla que se libraba en las orillas del Lago. Ahora si que podia ver que estaba desarrollándose un combate. Entonces me pareció ver un buen punto par cruzar el lago en el hipotético caso de que pudiera alcanzar la orilla.

-De acuerdo,iremos por allíi-dije señalando un punto alejado de la batalla principal.- Pero si te digo que te agaches, agáchate. Si te digo que corras,corre. Sin discusiones,¿Entendido?

-Por supuesto -asentí, apresuradamente.
Soy ágil y no me supondrá ningún problema.
-¿Quieres que esconda el caballo? -le pregunté. Lo cierto es que estaba muy agradecida porque accediese a ir a la escuela, a pesar de que no lo hacía por mí.
Tengo tantas ganas de ver a Meggie...

-No hace falta-dije mientras le quitaba la silla y las riendas-Vamos a dejarlo libre para evitar riesgos.

Le hice una señal y empezamos a acercarnos rápidamente a la orilla del lago. Poco a poco fuimos viendo los barcos y los guerreros luchar a unos pocos cientos de metros. Sabia que no deberíamos ir aun,por si perdían los magos. La orilla estaba tranquila,nada que ver con lo que sucedía a apenas doscientos metros de distancia. Había un bote allí,con el que cruzariamos. Pero no todo iba a ser tan facil.

-¿Te has perdido,mago?-dijo una voz a nuestras espaldas. Era un inquisidor,pero no un inquisidor cualquiera.

 Era un Purgador,un experto en el arte de la lucha y la destrucción. Yo era un guerrero experto, pero obviamente no estaba a su altura.

-¡Corre y busca ayuda!-le grite a mi acompañante mientras desenvainaba la espada listo para afrontar el mayor combate de toda mi vida