Me sentía melancólico después de la prueba del libro de la tierra y decidí tomarme un tiempo para pensar, utilicé el hechizo de teletransportación para aparecerme en la orilla del lago, podía ver la Escuela del Lago de la Luna al centro de esa eterna noche. Comencé a caminar si rumbo, mis pies me guiaban a su antojo, no se cuanto camine pero debió de ser mucho, y al ser una noche eterna era difícil saber que hora era, pues de pronto me encontré frente a unas ruinas muy que me producían escalofríos recorrí las ruinas mientras en mi mente iban apareciendo imágenes de momentos que había reprimido. Vi a mi mejor amigo, a mi madre en los jardines conmigo a su lado, y vi a una cruel mujer. De pronto mis piernas cedieron y caí de rodillas con la cara mojada de lagrimas, ese había sido mi hogar una vez y también el hogar de mi mas grande sufrimiento.
Llore mucho tiempo y caí agotado en el suelo y cuando desperté era de día, vi la luz del sol que hace tanto que había dejado de añorar. Recordé donde estaba y mi semblante se oscureció, me quede ahí unos momentos pero reaccioné al sentir algo rozando mis piernas, gire mi cabeza y vi un pequeño gato, se notaba que no había nacido hace mucho y al parecer había sido abandonado, lo tome entre mis brazos y allí se quedo ronroneando plácidamente. No podía abandonarlo a su suerte por lo que me lo lleve, me teletransporté de vuelta a la escuela y me dirigí a mi habitación deje al pequeño felino sobre mi cama y note un tajo en una de sus patas traseras, le aplique un hechizo de regeneración y me acurruque a su lado y ahí mismo me dormí, pensando un nombre que darle al pequeño y cuando mi mente se perdía en la bruma de los sueños vino a mi el nombre que buscaba.
Lo llamaría Sable.