Había salido de la fortaleza de Aressher, necesitaba un descanso, ya que desde empecé con mis estudios de magia no había echo otra cosa que estudiar y estudiar, me encontraba en Shaulen, la ''ciudad'' de la cueva oscura, aquí se encontraban la mayor parte de los magos oscuros.
Pase deambulando por las oscuras calles hasta que en una plaza encontré una taberna repleta de gente, la verdad es que los excesos de gente no me gustaban, pero si estaba lleno seria por que servirían buenos tragos y eso era lo que necesitaba ahora mismo, en cuanto crucé la puerta sentí como todo el mundo clavaba sus miradas en mi, supongo que seria por que aparte de ser un elfo era ,todavía, un aprendiz, aun incomodo por que algunas personas seguían con las miradas clavadas en mi, me acerqué a la barra y pedí un trago de hidromiel, me volví un momento y mi que un grupo de magos me miraban fijamente y no con cara de muchos amigos, precisamente, no podría decirse que estos eran mayores que yo, pues yo superaba los doscientos años, mientras que ellos eran humanos, pero en aspecto parecían mucho mayores que yo, y sobretodo mas corpulentos, intente ignorarlos, cuando me trajeron la copa, pegue un buen trago, en pocos minutos los hombres se acercaron a mi y me rodearon.

-Valla, valla... mira quien tenemos aquí, un elfito tomándose un copazo.- dijo el hombre mas corpulento de todos, era muy feo, y tenia un ojo sin pupila, lo que quería decir que no podía ver por ese ojo.

-¿Que queréis?- dije de forma seca pero tranquila.

-Que te largues ahora mismo, este bar no es sitio para elfos.- su comentario estaba lleno de ira mal disimulada, parecía ser que no había tenido buenos encuentros con elfos anteriormente.

-¿Y sino quiero que pretendéis hacerme? dije con voz desafiante, estaba claro que eran magos oscuros y yo apenas un aprendiz de tercer grado, podían hacerme muchas cosas y no precisamente buenas, aun así yo tenia hechizos suficientes para poder defenderme, pero por encima de todo eso yo era un elfo muy orgulloso y no me dejaba pisotear fácilmente, incluso si hubiesen sido un grupo de nigromantes armados, no creo que me hubiese achantado tampoco.

-Tu lo has querido.- con este comentario, encendió su puño en llamas y intentó golpearme, yo rápido como el pensamiento, cruce los brazos y conjure un pequeño escudo de roca que creció entorno a mis brazos que se puso entre su puño y mi cuerpo, cuando este golpeo el escudo se agarró la mano dolorido, cuando me miró vi que sus ojos echaban chispas de furia, y tenia intención de atacarme de nuevo y no savia si esta vez podría defenderme.

Vi como una mujer humana, aparentemente parecía tener una edad parecida a la mía, se acercaba hacia mi y los matones, esta ridiculizó al hombre, algo que me hizo sonreír, después le obligó a disculparse mediante el control mental, no me sorprendió que la chica pudiese entrar tan fácilmente en su cabeza, puesto que el hombre no parecía tener muchas luces, después todos los matones se fueron del bar.
La mujer me sonrió y me invitó a sentarme con ella, estuve a punto de decirle que no necesitaba su ayuda y que podría habérmelas apañado sin ella, pero mentiría, al final decidí aceptar su invitación y me senté con ella.

-Hola, me llamo Oscurentag, cual es tu nombre?- dije levantando mi copa para der otro sorbo, miré hacia la puerta, la verdad es que me quedé con ganas de partirle la cara al hombre, pero seguramente ya no podría encontrarle.

Me preguntó que hacia enfrentándome a unos magos oscuros.

-No me gusta que me infravaloren, y no deberían, por que por mucho poder que tengas no sirve si tienes escrúpulos o piedad y yo no tengo nada de eso-. mi mirada se endureció durante un momento, pero me volví a relajar en seguida, me estaba dando cuenta de que cada grado que subía, mi carácter se iba endureciendo y eso no savia si era bueno o malo.
Me preguntó si tenia algo que celebrar.

-No, únicamente necesitaba salir de la fortaleza de Aressher, me estaba ahogando, no salgo de allí desde que ingrese como aprendiz, y decidí que antes de ponerme a estudiar el libro del agua necesitaba un descanso.- la verdad es que yo no suelo poder explicarme con mucha claridad, pero esa vez me sorprendí a mi mismo, con una explicación bastante acertada.
Bianca me dijo que ella si tenia algo que celebrar, eso era evidente, se la veía muy contenta.

-Y dime, ¿Qué es lo que ha hecho que te pongas tan contenta?- dicho esto bebí un trago bien largo de mi bebida dejándola prácticamente vacía, con la boca aun llena, le hice sañas al camarero para que me trajese otra.

Las calles abarrotadas de Shaulen no eran una novedad para mí, portaba mi túnica negra con el símbolo del clero oscuro y el añadido indicando el rango de Sacerdote Arcano, no trataba de aparentar nada pero tampoco ocultar mi condición y clase social, no era algo de lo que avergonzarse.

En un callejón se hallaban un grupo de corpulentos magos humanos que lanzaban juramentos en contra de la raza elfica. Yo no era exactamente un elfo pero mi cuerpo actual y no me disgustaba, sobre todo porque parecía un humano gracias a lo ocurrido a mi regreso tras la resurrección. Podía haberlo dejado pasar pero quería divertirme un rato y de paso enviar una cuantas almas a mi Dios.

La pelea no había durado mucho, los había reducido sin casi inmutarme con unos simples hechizos de llamas oscuras (la magia cogía ese modo al recorrer mi alma y cuerpo), por unos instantes mi aura oscura los envolvió, a mi salida del callejón cuatro cuerpos se hallaban colgados de los pies bocabajo, inertes y sus almas no tardaron en reunirse con mi Señor al que proporcioné una oración para culminar el "voluntario" sacrificio en su gloria y honor.

Me sumergí entre las calles de la ciudad, dejando atrás el oscuro y estrecho callejón sin salida para encontrarme en una plaza tan repleta de mesas y sillas como de personas en ellas, entré en la taberna en silencio el cual fue imitado al poco de verme por varios de los presentes al reconocerme, entre ellos el tabernero que no tardó en levantar una jarra de agua miel mirándome pero no a los ojos.

Con un ligero y pequeño movimiento materialicé la jarra en mi mano haciéndola desaparecer de la del tabernero que no se sorprendió, era "lo de siempre". Con una media sonrisa que parecía entre diabólica y feliz, recorrí con la mirada la taberna, los presentes fueron apartando la mirada según se encontraban con la mía, negra y oscura como dos pozos sin fondo que se mezclaban entre la llameante aura de oscuridad que me envolvía latente como si ardiese con lentitud.

Pero una de las zonas no apartó la mirada, ni siquiera la puso en mí, mi sonrisa se ensanchó al reconocerla, se trataba de la recién consagrada maga oscura, una consagración a la que yo mismo había asistido. La bella mujer vestía de negro y un collar lucía en su pecho.

- Saludos Bianca, ¿cómo tú por aquí? - me dirigí a ella sin mirar directamente al elfo con túnica de aprendiz al que había examinado disimuladamente.

Vi como un mago oscuro entraba por la puerta, todos parecían intimidados por su presencia, pero yo no, notaba esa aura de energía oscura que lo envolvía, pero intimidarme, jamás, el mago vino directo hacia nosotros, por un momento pensé que seria algún amigo de mago oscuro de antes, que venia buscando guerra, ''Bien, así podre darle una patada en su patético culo'' pero no venia por mi, sino por Bianca, me desanimé un poco, hoy tenia ganas de pelea, pero bueno si no se caen bien, puedo darle una patada en la boca, diciendo que lo hacia por defender a Bianca, pero por como la saludo parecía que no se caían precisamente mal, esta se quedo un poco sorprendida por su presencia, el mago, con total naturalidad se sentó a su lado, Bianca con gesto pícaro, le acarició el brazo para luego ignorarle y centrarse en mi, no pude reprimir una pequeña sonrisa cuando hizo esto.
Me quedé pensativo cuando Bianca me pregunto que esperaba de la magia oscura, eran muchas cosas las que quería hacer.

-La inmortalidad estaría bastante bien, pero no, yo lo que busco es el poder para doblegar a todas las criaturas del universo a mi entera voluntad.- quedé pensativo, tal vez tenga expectativas demasiado altas, bueno quien dice que ese poder no existe?.
Me dirigí hacia el mago.

-Hola, soy Oscurentag.- dije alzando el brazo para estrecharle la mano.

Me senté deliberadamente junto a Bianca, una pícara sonrisa acompañó a una breve caricia en mi hombro la cual finalizó apartándose para preguntar al mago sus expectativas respecto a la magia oscura. En verdad no era ni mucho menos como Bianca, al contrario, no me gustaba que me tocasen, aún así su tacto era suave y en cierto modo sentí que jugar un poco no estaría de más.

- Venía a beber algo en la taberna, por el camino encontré cuatro amables y caballerosos magos oscuros que se prestaron voluntariamente a sacrificarse por el honor y la gloria del Dios - una sonrisa acompañó al tono irónico de la frase.

Me volví hacia el mago.
- Yo conozco a un hombre que busca la inmortalidad, y al paso que va parece que la conseguirá - hice referencia a Ventus Geth, el nigromante - ¿poder para doblegar? - no pude reprimir que mi sonrisa se ensanchase, esa clase de magia siempre acababa por doblegar y aplastar al usuario, los sentimientos como la codicia y el ansia de poder no eran más que una debilidad la cual me era fácil usar a mi favor.
- Interesante, ¿y por quién empezarías, nigromantes o archimagos? - dije con tono burlón e irónico.

Las tabernas eran los mejores lugares para conseguir clientes cuando se andaba de independiente, y es que aunque sí, tenia a mi querido proxeneta del prostíbulo al que pertenecía, a veces me gustaba hacerlo por mi cuenta, ya saben, el trabajar.

Había escuchado hablar desde hacia ya tiempo acerca de este lugar, muy concurrido y muy bonito, eso no se podía negar, pero no era mi lugar preferido, no lo sé, mucha gente para el gusto de mi forma de "socializar". Llevaba tiempo sentada en una de las mesas del establecimiento con unos cuantos hombres bastante grandes y corpulentos, fanfarrones como ellos solos, ustedes los deben conocer a este espécimen, aquellos hombres aburridos que por tener grandes bíceps creen que se comen el mundo.

El tipo de hombre que me hacia odiar al genero masculino... El tipo de hombres con los que más trabajaba.

Vi cuando entro una mujer bastante atractiva, no tanto como yo -claro esta-, pero si del tipo de mujer que me permitía aceptar una belleza ajena que no fuese la mía. La seguí con la mirada, ignorando al que consideraba mi próximo cliente presumir de la belleza que "pesco" con sus amigos. Lo ignoraba porque 1) Su conversación no era tan interesante para ser escuchada, 2) odiaba se refiriesen a mi como un objeto aunque 3) ese fuese mi trabajo, solo ignorar pero si complacer. Momentos después de la pelirroja, entro un elfo, era una de las únicas veces en mi vida que veía un elfo, este chico llamo mi atención en un primer momento.

- ¿Por qué lo miras, gatita? - Preguntó el falto de cerebro, que se dio cuenta de mi manera olímpica de ignorarle, y mirándole con mi par de ojos grises le sonreí burlona. - Me gusta. - Confesé. haciendo un ademan con la mano para que él continuase el hablar que desde el principio no atendí. Él, dolido por su ego fue a buscarle problemas al elfo y fue cuando todo se empezó a tornar divertido ante mis ojos.

La chica guapa lo defendió, el "próximo" cliente se fue ofendido por dos a su ego y sus amigos le acompañaron, y yo, yo me quede sola con un cliente menos que atender. Me encogí de hombros, tampoco es que me interesara mucho el patán que marcho, y en parte agradecía que se hubiese ido, debía agradecerle a la mujer y acercarme al elfito que capto mi atención.

En el transcurso que entraba, otro chico raro -me refiero raro por el hecho de que capto miradas como los otros dos. -se acerco a ellos, y quedándome un poco apartada hasta que este hablase lo justo, aproveche la pausa para acercarme.

- Hola. - Hable ante el trió, colocando mi mano derecha en el espaldar del elfo. Mire a la chica bonita y al nuevo, sonriendoles a ambos con dulzura fingida. - Aquellos chicos... Los que prácticamente corristes, me estaban molestando desde hacia rato. - Mi tono de voz se torno dulce, como si el de una niñita se tratase. - Quería agradecerles que los hayan corrido, yo intentaba alejarlos de mi pero no me dejaban irme. Me estaban empezando asustar. Gracias. - Mentí. - Eres muy bonita, y eso que hiciste fue increíble! Desde siempre he admirado mucho a los magos, y a los elfos. - Mire al chico que capto mi atención de reojo, era cierto que admiraba a los magos y los elfos me parecían interesantes, ademas estaba en ese lugar precisamente porque los magos eran mejores clientes. Sonrei, esta vez menos fingido. - Permitanme presentarme, mi nombre es Adrianna, ¿Podría hacerles compañía? -

Me agradaban aquellos, en especial el aura malvada que desprendían.

Lo malvado era mas divertido.

Cuando dije lo que pretendía con la magia oscura, el mago, ignorando mi presentación, hizo un comentario sarcástico me no me gusto nada, baje la mano, ya no me interesaba su nombre, Bianca me dijo un piropo ante mis expectativas sobre la magia.
Cuando oí que celebraba la muerte de sus padres, me recordó a mis propios padre, a quienes hacia siglo y medio que no veía, a mi no me gustaban mis padres ni mucho menos, pero no creo que los matara, tampoco creo que hiciese nada si viese a alguien asesinándolos.
Cuando Bianca le preguntó al mago por sus expectativas, se nos acercó una chica humana bastante bella, esta posó su mano derecha en mi espalda, no savia muy bien como tomarme ese gesto, parecía que yo le había ''llamado la atención'' por así decirlo, cuando dijo que habíamos ahuyentado a los hombres que la estaban acosando, esto hizo que me cabrease aun mas con los hombres que se habían marchado.
Dijo que los magos le interesaban, también que le interesaban los elfos, me miro de reojo, estaba claro que yo no le parecía indiferente, se presentó, se llamaba Adrianna, nos preguntó si podría sentarse con mostros.

-Claro siéntate.- dije asintiendo con la cabeza, no savia como se lo tomarían los demás.
Decidí presentarme, le dije mi nombre.
Mi copa se encontraba otra vez vacía, el camarero que estaba cerca nuestro se dio cuenta y me dio otra en cuestión de un minuto.

Bianca me dijo que celebraba la muerte de sus padres, sonreí porque me recordaba a mi propia forma de decirlo, "voluntario sacrificio por el honor y la gloria del Dios" cuando en verdad era un asesinato.
- Si lo celebras es porque es algo para celebrar, yo también lo haré pues  - Alcé la mano y apareció una cerveza en mi lado de la mesa, el teletransporte invertido era uno de mis hechizos preferidos.

Me preguntó por mis aspiraciones, aunque no sabía si verdaderamente le interesaban o tan solo era por decir algo, de todos modos respondí.
- Aspiro al título de nigromante, a limpiar el mundo de seguidores a la Diosa y hacer prevalecer las tinieblas sobre la luz - Acto seguido de decirlo me llevé la cerveza a la boca.

Pero no bebí sin embargo, una humana sonriente se acercó saludando cortés, agradeciéndole a Bianca lo que hizo con aquellos hombres a los que había corrido, no reprimí una sonrisa al recordar a esos valientes y caballerosos magos que tan gustosos se ofrecieron "voluntariamente" al sacrificio por nuestro señor.

Había mentido, lo sabía, podía ver las mentiras a leguas pero no hice comentario alguno que desmintiera su historieta, tan solo le sonreí con fingida amabilidad, aunque no solía ser muy creíble a causa de la llama oscura que me envolvía el cuerpo desde hace ya mucho, producto de mi oscuridad interior y poder.

- Me alegra que nos admires. - mentí, me daba igual en verdad - Encantado Adriana, puedes sentarte si quieres, no veo problema en ello - con un movimiento similar al de la cerveza una silla desapareció del otro extremo del bar, una silla que sostenía a un hombre, éste calló de espaldas y yo me reí al verlo, la silla reapareció junto a Oscurentag.

Sabía que la silla no estaba junto a Oscurentag por casualidad , que había ignorado la caricia de Bianca, la mano extendida para estrecharla del otro mago así como la sonrisa fingida de la nueva, también sabía que no me había presentado, evadiendo la pregunta, el poder de sonreir y callarse a veces es mayor que el de cualquier hechizo, yo lo había aprendido tres vidas atrás, cuando era un niño asustado en las peligrosas calles centro-garnálicas. Aquellos pensamiento me envolvieron y tuve que esforzarme para que desaparecieran, no era momento para echar la vista atrás.

Me volví hacia Bianca, no era la primera vez que la veía pero algo en su mirada, sabía que su espíritu y magia se habían fortalecido mucho en muy poco tiempo, me alegró que fuera así.
- ¿A qué aspiras tú Bianca?

El gesto amable de los tres me hizo sentir de una forma aceptada, por ahora. Cuando el elfo se presento, le sonreí con dulzura mezclada de picardia, quería que notase ahora de forma mas directa, no me era indiferente. El más raro de los tres, raro ante mis ojos claro esta, no se presento y su forma burlona de actuar me hizo empezar a dudar. Tenia claro que sabia mentir, pero muchas personas eran mejores que yo en eso, como eran mejor en detectarlo. Reí, totalmente agraciada por su maldad a la hora de darme un asiento que le quito a alguien mas. Estreche la mano de la que se presento como Bianca y me senté agradeciendo por el lugar.

Me agradaban las personas que no se la daban de santos, aunque tampoco es que tenia un corazón muy malvado, a veces disfrutaba de las travesuras y demás. Cuando ambos magos confesaron sus deseos me sentí un tanto intimidada, no lo podía negar, y fue entonces cuando mi cabeza reacciono a la estupidez que acababa de hacer al meterme con gente rara, todo por zorra, es que esa era la verdad. Fingí tranquilidad, ya que sabia un poco más acerca de ellos me dí el tiempo para pensar como actuar ante estos, yo no era ni fuerte, ni tenia magia, yo no era nada y no me podía dar el gusto de buscarme problemas, no todavía.

- Me interesa aprender sobre las personas como ustedes. Son interesantes. - Confesé, encogiéndome de hombros cuando un mesero llego con una copa de hidromiel para mi, odiaba beber porque perdía mi inteligencia, pero por esta vez debía hacerlo para aparentar. - Desde pequeña quise aprender acerca de magia, o tal vez conseguir alguna forma para defenderme por mi misma, pero no he tenido a nadie para esto... Siempre escuche el "Las niñas deben ser educadas para ser buenas mujeres, madres, esposas en un futuro" y la verdad es que es algo que detesto, pero aunque no sea nada de lo que anhele en un pasado, soy feliz escuchando historias de personas que si lo son. - Bebí un gran trago de mi bebida, no tenia ganas de confesar mi profesión. Por otro lado, escuche cosas acerca de la Diosa, eso era otra cosa que me venia muy por igual, incluso me llevaba a fastidiar. - El Dios, la Diosa... Siempre he sido muy neutral, me dan igual en realidad. Respeto a las personas que tiene sus creencias, pero yo no me inclino por ninguna.

Mire al de cabello oscuro, a Bianca y a Oscurentag. - Tienen caras de niños ricos. - Mi hablar era serio, pero no lo fue tanto, apenas lo dije solté una risita dulzona por este hecho. Yo también fui una niña rica, solo que no era lo mio. - ¿Son nobles, cierto? Hablan muy bien y se nota que saben cosas de interés. Por cierto, Oscurentag, tienes carita de porcelana. Eres super lindo! - Me rei burlona pero sin animos de ofender realmente. esto se lo dije cuando le veia. Bebi nuevamente, sin tener mucha idea de que comentar de mas acerca de mi.

- ¿Qué tipo de personas son? O sea... Son algo raros, y no es con ganas de ofenderlos, sino que no son del tipo de gente alegre que suelo conocer. Tienen una apariencia algo mala, y debo confesar que eso me hizo acercarme a ustedes, lo de los tipos aunque en parte paso, era una excusa. Me gusta y me asusta al mismo tiempo su forma de ser. -

¿Qué es lo peor que he echo? pensé, en realidad aun no había tenido la oportunidad de hacer algo ''malvado'' y no por falta de ganas, eso estaba claro, me había pasado toda mi estancia en cueva oscura encerrado en la fortaleza, me dirigí hacia Bianca, no savia que contestarle, así que me encogí de hombros, Es una mentalista, si quiere saberlo solo tiene que leerme la mente.

Definitivamente, yo no le parecía indiferente a Adrianna, notaba su forma de mirarme de forma picara, escuche con atención todo lo que nos contó acerca de ella.

-Si, bueno yo ''era'' duque en Elendë. dije ante su pregunta sobre si éramos nobles.
Dijo un comentario sobre mi cara de ''niño'' y que mi piel parecía de porcelana, lo de la cara de niño lo entendía, ya que los elfos cambiamos muy poco a lo largo de las décadas, para un humano es muy difícil ver los cambios en la apariencia de un elfo, ya que para cuando cambiamos significativamente estos ya estarían muertos. El comentario de la piel de porcelana, me hizo llevarme las manos a la cara. Seguramente lo diría por mi pálida piel

-Ya, no suelo tomar mucho el sol, no me gusta mucho.-
Nos dijo que parecíamos algo raros, seria probablemente por nuestra condición de magos oscuros, yo realmente no era todavía un mago, pero ya me comportaba como tal, haciendo que pareciese que tengo mas poder que el de un simple aprendiz.

-Dime, Adrianna, si no obedeces al Dios, ¿Qué haces encerrada en esta inmensa cueva?.- era bastante intrigante, si no fuera por mi afán por lo oscuro, se me ocurrirían muchos sitios mejores en los que estar.

Tras interesarse por lo peor que había hecho el chico, Bianca volvió a poner su mano en mi hombro, ésta vez decidí reaccionar y no me importaba si le parecía demasiado o no, de todos modos ella había empezado y sólo estábamos jugando ¿no?. La cogí por la cintura y la atraje hacia mí con suavidad, no estaba lejos, en verdad la distancia era escasa y no supuso mucho movimiento hacerlo, ahora la tenía cogida por la cintura con el brazo pero no lo retiré, ahí lo dejé con una media sonrisa un tanto pícara.

La mujer nos relató parte de cómo era, sus intereses y su opinión sobre las religiones, pero si no era del Dios, ¿cómo es que estaba en la cueva oscura?. Recordé lo que hacía ya mucho me dijeron, pero que yo nunca olvidé, en verdad nunca olvidaba nada, "La cueva oscura es el corazón de los fieles al Dios, nadie contrario a esas creencias podría jamás encontrarla, sin ayuda claro", ¿es que acaso alguien la había traído?, ¿qué fiel al Dios que se preste como tal traería a una neutral a la capital de la oscuridad?.

No supe si crisparme, cabrearme o calmarme cuando aquél chico me quitó la palabra de la boca formulando la pregunta segundos antes que yo terminase mis reflexiones, pero me limité a sonreir por la rapidez mental del mago y esperar la respuesta de Adriana, sumamente interesante en ese momento.

Pero no miraba a Adriana, volví la cabeza hacia Bianca y le sonreí, pero al contrario que las risas anteriores, era una sonrisa sincera, de aprobación, yo sabía que no era quién para aprobar nada suyo y que cada uno era consciente de sus actos, con libertad para hacerlos, pese a eso me alegraba saber que Bianca adquiría fuerza y poder.

- "Veo que has progresado Bianca" - Comenté, abriendo un canal telepático con ella, era mentalista y experta en magia chamánica, además le había abierto un canal a mi mente por voluntad propia para comunicarnos, sabía lo que ello significaba, si ella quisiese podía hacer cualquier cosa conmigo, no podría impedírselo, no a esa distancia y con un canal abierto.

Me dí cuenta entonces del peligro que suponía para mí aquello, pero en cierto modo era algo que me gustaba y atraía, todo es mejor cuando huele a peligro - "¿Eres consciente de tu poder sobre las mentes ajenas?" - Mi pregunta sonó suave en su mente, pero segura y con una velada invitación, aunque esto último no fuese del todo consciente yo de ello.