En el cielo nocturno, plagado de estrellas, la luna brillaba por su ausencia, salvo por un diminuto resquicio que solo podía ser visto si se prestaba la atención suficiente, quedaba una hora para medianoche. Este era el punto del mes en el que terminaba un ciclo para el nacimiento de otro: la luna nueva.
Supuestamente había quedado allí con una persona desconocida a través de Narshel. Me dijo que me anduviese con cuidado, que era un nigromante muy peligroso, pero que solía cumplir con su palabra y que había jurado que nada malo pasaría. No confiaba en él, ni siquiera sabía su nombre, pero sí en mi antigua maestra. Así que allí me encontraba, en el lugar más dificil de localizar, aunque no para mí, sintiendo cada palmo del viento que se movía a través de las hojas de los árboles, yo formaba parte de él, y esta noche lo notaba mucho más que ninguna otra, algo iba a pasar.
Inmerso en mi contemplación del cielo nocturno mientras miraba arriba, absorto en el ir y venir del viento, adelantando mi consciencia del viento a mi andar, mientras ésta me guiaba para esquivar los troncos y animales que poblaban este bosque místico en una especie de danza silenciosa y sutil, el viento acarició el contorno de una figura que irradiaba calor. Mucho calor. Bajé mi mirada, allí estaba quien fuera que fuese, mi otro acompañante.

En un parpadeo mis ojos adquirieron la visión energética(desaparece la pupila y el iris adopta un color eléctrico), arrugué el entrecejo por lo que ví.
-¿Quien eres, gris?.-pregunté mientras me acercaba, no guiado por mi visión que en este momento solo podía distinguir las energías, sino por el viento, que a mi alrededor aumentaba*-¿ Y por qué parece que tu alma vaya a incendiar este santuario?. -Tenía algo que me resultaba familiar, no de haberlo conocido, sino...una intuición, compartíamos algo él y yo. Al estar a una distancia menor aunque prudente, relajé mi visión mi sentir del viento con tanta intensidad.- Estás enfermo.-dije, con voz preocupada, estaba destrozado por dentro, literalmente, quemado.


*Está haciendo que alrededor de su cuerpo el viento vaya más rápido y envía información de lo que toca a su conexión: Rocuv. Como una especie de ultrasonidos en un murciélago.

La reacción del chico entraba dentro de lo esperable cuando te tiran agua fría a la cara: sobresalto seguido de confusión. Siguiéndole la corriente, respondí:
-¿Esto?-miré al cubo- Agua, parece que tanto tiempo en el desierto te ha hecho olvidar lo que es. A veces los medios más toscos son los más efectivos y nos ahorran gastar energías de más. -miré al elfo:-Como teletransportarse a una distancia corta por ahorrarse unos pasos.
Gruñó un poco y respondió, sin alterarse, aunque había un deje de irritación y cierta soberbia:
-Podría pasarme toda la noche dando teletransporte por paso y seguiría sin cansarme.

-Aham...interesante. Me has revelado algo sobre tu poder, ex-humano. Aunque eso yo ya lo sabía, o lo suponía, al menos. Pero cuéntame más...Dime, desde que... cambiaste...¿has sentido ya los momentos de altivez?. Sentir que cualquier ser, cualquier cosa es inferior a tí.-invoqué un fuego fatuo al golpe de mi báculo en el suelo mientras decía eso. Sus facciones, lúgubremente iluminadas en azul parecían denotar que lo que decía era cierto.-Sí...no me equivoco. No me hace falta ser mentalista para leer las expresiones faciales, chaval. Pero sí ser una de las pocas personas que sabe lo que te pasa.Los Garnálicos tienen un dicho: más sabe el diablo por viejo que por diablo. Yo soy jodidamente viejo, no se si se nota, y no soy precisamente un santo.
Iba a decir algo pero lo detuve.
-Che che che che. Ten respeto por tus mayores, chico. He prometido no haceros nada peligroso pero si he de andarme con látigo para controlar los impulsos del fuego y la altanería del viento, lo haré. Y creedme, no queréis que estampe este bastón en vuestras costillas.
Dejé que el silencio reforzase mis palabras. Hasta el viento parecía haber amainado... oh, espera...
-Volviendo a lo que íbamos. ¿Cómo te llamas? Los nombres son importantes y necesito que me des el tuyo.
No sin desconfiar y a regañadientes, dijo:
-Rocuv.-enarqué una ceja-...señor.
Solté un bufido de exhasperación.
-Dejemos las cortesías para los que tengan tiempo y ganas de ellas. Tan acostumbrado estás a lamerle el culo a todos los dorados que no entiendes el gesto más sencillo. Tu nombre. Entero. Todo
Suspiró y añadió:
-Rocuv Lopus- vuelvo a mirarle - Conde del Viento y Señor de la isla de Gonnath, con la fortaleza de Oromardi, Caballero de la Diosa.
Silencio. Se escuchan los árboles y la naturaleza, un sosiego que solo yo rompí con una carcajada oxidada por el poco uso que le solía dar a esa expresión de júbilo, o a cualquiera.
-El portador del Nombre del Viento- no parecía saber a qué me refería- es ese misterioso plebeyo hecho conde y caballero. Ahora todo tiene sentido. “La Tiara de Syviwä”, ¿me equivoco?.-su sorpresa me dió la razón- “Solo aquel que susurre a los vientos podrá hablar a los elfos”.
-Es algo que después os contaré pero ahora mismo el tiempo apremia. Yo ya me he presentado, te toca, Yandrack. Y a ver qué has aprendido en este tiempo de los Nombres, lo básico sobre el tuyo. Explícaselo.-golpeé el suelo a su lado con el bastón-Vamos, levántate, no tenemos toda la noche y el ritual para ir a dónde vamos a ir lleva su tiempo. A demás, lo que te he hecho, aunque durará, no confío en que sea mucho, y más al lado del Viento, una vez estemos allí te curaré como es debido.

-Ja!-exclamé a pesar de que la pregunta de Yandrack estaba dentro de lo esperado-¡Problemático dice!.
-Es cierto que tu nombre puede llegar a consumirte tanto como para matarte, y es cierto que en un ataque de furia o, simplemente con tu muerte, incineres una considerable extensión de terreno. Pero él... él es el viento.
Su cara de perplejidad e ignorancia me producía irritación y condescendencia a partes iguales. Suspiré.
-Empezaré desde el principio, niño.-este hizo un amago de protesta pero le interrumpí- Si te molestan mis palabras, vete, adelante, no pienso encerrar al viento, no soy un insensato, eres libre. Pero cuando el Nombre se adueñe de tu mente y, en algún momento de lucidez te veas sometiendo a gente inocente por considerarla inferior, no vengas a mí llorando, porque yo ya habré huido con mi gente esperando el momento oportuno en el que derrocar tu futura tiranía.
-E-e-eso es imposible!-negó aquel- Yo nunca haría lo que dices.
-No me cabe duda, criajo. Pero el Nombre se alimentará de tí y te consumirá mentalmente al igual que está haciendo con Yandrack. Ya lo has visto. Ahora, dejad que me explique:
En la segunda generación de razas, de la que hoy no se tiene gran recuerdo, en la que veneraban a 6 dioses: los dos principales, y los cuatro elementos. Los centros de culto eran las distintas escuelas y el edificio que hoy conocemos como Concilio. Se rezaba a los Secretos como altares divinos. Desconozco si realmente existen esos “Dioses secundarios”. Lo que sí se es que en la creación, cada elemento tenía una parte benigna y otra maligna, fruto de la coordinación de los que sí conocemos, y que para existir, los Dioses los dotaron de entidad y nombre, razón por la que podemos englobarlos en los libros de magia. Así primero nombraron al agua, que conformaba un todo, después a la tierra, como reposo de la serenidad del líquido, después el aire para que pudieran respirar los seres que huían del agua, por último al fuego que los hombres aprendieron a dominar sobre todas las demás especies. Los dos últimos son los etéreos, mientras los primeros, los terrenos.
Sin embargo, para solventar el estancamiento en el que se encontraban todos ellos, decidieron darle movimiento, vida. Así pues, el Nombre de las Corrientes mueve las aguas, el de la Naturaleza a las rocas y animales, el del Viento al aire y el del Fuego altera los estados de este.
El eco del nombre de los elementos se vió reflejado en la aparición de los Secretos, el de las fuerzas de los mismos, en los Portadores de los nombres.
A estos últimos se les consideró dioses andantes que aparecían de vez en cuando en alguien y que, a través de esta posesión, tomaban parte en la Historia del mundo, fomentando el equilibrio, ni Luz, ni Oscuridad. Aún así, estos “semidioses” no solían aparecer en masa, ni en parejas, como lo habéis hecho vosotros. Aparecían por etapas, a veces podían coincidir pero no se conocían. Veamos... tenemos a la chica de la tiara, a Salamandra, a algún que otro pirata, a jefes enanos revolucionarios...
Cada muchos siglos aparece un grupo de los 4 Portadores, los cuales deben ser guiados por un Maestro, o sea yo, para que se controlen y no destruyan el mundo, lo sometan o imbuyan el caos. Aunque normalmente aquellos que aparecen solos también reciben ayuda de algún Maestro que espere una promoción.
Los Nombres de la Luz y la Oscuridad, junto con el de la Magia y la Lucha son conferidos respectivamente a los elegidos de los dioses. Un Portador de los 4 elementos no puede acaparar más de dos Nombres, de forma que estos nunca podrán ser elegidos de los dioses. A demás, si poseen un Secreto que no se corresponda con su elemento, se verá contaminado hasta su muerte y posiblemente tras haber causado un daño considerable a su alrededor. Si por el contrario aúnan fuerzas con su propio Secreto, la sobrecarga de, por ejemplo aire y viento daría lugar, quizás a un dios etéreo, a unos momentos de poder absoluto, o a la fusión y desaparición de ambos sin consecuencias indeseables.
Sobre lo que hacen esos Nombres, siguiendo la teoría de que son dioses o representaciones vívidas de los elementos, se adueñan de sus Portadores si estos no los doman, hacen suyos sus propios pensamientos y aspiraciones. Por ejemplo, apostaría lo que queda de mis meniscos a que tú-señalé a Rocuv- Has tenido sueños de grandeza, y me refiero a que te has visto siendo el rey de los elfos. Que lo has sentido como si de la realidad se tratase.-sus ojos se ensancharon y comenzó a balbucear. No me equivocaba.- Y, dependiendo de lo hondo que haya entrado el nombre en tí, ha podido hacerte sentir mucho afecto, e incluso amor hacia la reina Aliwen para que psicológicamente el posible matrimonio de conveniencia al que te lleve no choque con tu verdadera consciencia y esta se relbeldice contra el parásito.

Apretó la mandíbula y adoptó una expresión más dura:
-¿Pero cómo puede ese “Nombre” que tu dices afectar en mis sentimientos hasta el punto de crearlos? ¿No dices que los Nombres trabajan sobre lo que ya hay?.

-Sí, sí, no te equivocas. Pero lo cierto es que todos los elfos pueden sentir aprecio y admiración hacia su reina. No se si estás enamorado, yo soy mago negro, comprendo las emociones negativas, no esas chorradas. De todas formas, cuando hagamos lo que tengamos que hacer hoy sí aprenderás a diferenciar lo que tú mismo piensas de lo que te va susurrando el Nombre.

Me giré hacia el dragón y le dirigí la palabra tras mis monólogos:
-Bueno, ¿te ha gustado el cuento antes de dormir? Te sientes un... ¿semidios?. Se que él sí- señalo al elfo- O al menos en parte, la vanagloria y el orgullo no son por nada los Pecados del viento. ¿Cómo andas con tu ira y tu avaricia?.

Habló de su naturaleza dracónica y la influencia del nombre del fuego y esta en si mismo. Una combinación explosiva. Sin embargo hubo algo que me llamó más aún la atención:
-¿Influencia de la espada?-incliné la cabeza y miré atentamente hacia su arma. Curioso, parecía que...-Trabajaremos en eso más adelante. ¿Es obra de Ykeon, verdad? Tengo que hablar con ese enano, creo que ha hecho sin querer algo que legiones de nigromantes llevan intentando desde su aparición.
Después, "confesó"(aunque se sabía o sospechaba) que había matado a Dahiena, pero que había ayudado, aunque fuera mínimamente.
-Matar a Dahiena ha sido una buena estrategia política. Te aseguro que a ninguno de nosotros, y casi podría decir con seguridad que ni siquiera al Dios le importaba demasiado. Su poder no era el mayor de todos, y su inteligencia al destrozar ese palacio... en fin, el problema es que si seguía con vida sería por algo: controlaba el sur. Ahora, absolutamente todos los bandos, todas las facciones de cada ideología querrán ocupar el vacío de poder. Y el dragón y el fuego que llevas dentro no harán ningún esfuerzo por mantener la paz. Ese es el problema, por no olvidar que el Dios, por simple cortesía querrá vengarse de tí, quizás alentado por las muertes que les estará dedicando ahora mismo el Juez. Te odia, será tu ruina, pero espero al menos que tampoco sea la mía.
Dijo algo más, había estado con los hijos de Elodin. No quise desviarme del tema, así que solo añadí:
-Es algo de lo que tenemos que hablar largo y tendido. Quizás encuentres tus respuestas allá donde vamos, pero no juegues con el Destino, es caprichoso y más poderoso que los dioses.
Por úlltimo, Yandrack empezó a volverse nostálgico y dijo nosequé del amor y que Rocuv podría evitar que el Nombre le azuzara con ideas que no eran suyas.
-Ah, no, no, no. Entiendo tu confusión. El Nombre seguirá ahí y su influencia continuará, será real, pero él sabrá discernir entre qué le dice el nombre al oído y qué es su consciencia. Como tener dos consciencias en la mente, más o menos.

Dejé un espacio de tiempo para que respondiera si quisiera y entonces empecé:

-Chavales, el abuelo Tahros os va a contar un cuento en esta noche sin luna, algo que necesitaréis saber para lo que vamos a hacer:

«Hace mucho, mucho tiempo, allá por el nacimiento de las primeras razas, en un continente común los humanos, elfos y enanos utilizaban una magia antigua, si es que se le puede llamar “magia”. Una magia para la que, en principio, no se debía ser especial ni tener ningún Don, solo el de ser las razas predilectas de la Creación. Los Dioses, ambos, dieron a estos seres un poder inconmensurable, le dieron una parte de su propia esencia, curiosos, al ver que habían desarrollado cada una un idioma. Les dieron una lengua común: el Enoquiano, la unión de todas las lenguas de todos los mundos alternativos que habían creado los Dioses en este Universo. Este les daba el poder, a aquellos que podían hablarlo, para lo que había que aprender a controlar las cuerdas vocales, por entonces muchísimo más desarrolladas que las que podamos ahora tener, de controlar la naturaleza, la realidad, el mundo en general.
Si en enoquiano decías “fuego, arde”, en todos los rincones a los que llegase un susurro de tu voz en los que hubiera unas ascuas, estas arderían al instante, porque no has sido preciso, si, en cambio, dices “fuego, nace en este tronco”, no pasará absolutamente nada, porque el fuego no nace, se hace, si por el contrario dices “mi calor hará fuego en este tronco” entonces perderás calor corporal pero tendrás ante tí una preciosa hoguera; eso sí, no le has establecido duración, por lo que arderá y arderá hasta que alguien le diga correctamente que pare, si se ha llevado un bosque a su paso, no es su problema, del mismo modo que también puede estar drenando tu calor corporal hasta dejarte como un carámbano.
Debes decir la verdad en enoquiano, si mientes, tendrá sus consecuencias, si te equivocas, también, y aunque no, acabará por volverse el boomerang contra tí, todo poder tiene su precio.
Para que os hagáis una idea: un enano, que odiaba rotundamente que los de su raza y cualquiera tuviera ese poder, e incluso él mismo, lo aprendió para protegerse de él y dijo: “el poder extraño no tocará este enano”, al principio, todo fue según pensaba, cualquier acción ofensiva o de ayuda mediante esta magia contra él fue ignorada. Ahora ningún enano puede ser mago y la magia es mucho más débil contra ellos pues no especificó qué enano, sino un “este” que podría ser cualquiera.
Como comprenderéis, los Dioses no tardaron en darse cuenta de su error ante el caos que se había formado, así pues, la Diosa dió rienda suelta al Dios, que destruyó prácticamente todo el mundo, que se reestructuró, formando cordilleras y separando la tierra, dando lugar a los continentes. Así, las razas estarían disueltas y recomponer este idioma sería imposible ya que en el fragor de este Apocalipsis, los gritos desgarradores de todos acabaron por hacerles perder la capacidad de hablar Enoquiano, y se borró casi todo rastro de este idioma, solo quedaron dos personas de cada raza.

Sin embargo, aquí me veis: yo se Enoquiano. Leves y débiles susurros que me conceden un poder que solo usaré con vosotros y en casos de extrema necesidad, pero lo conozco. Aún así, conocerlo no es suficiente, es necesario saber y poder pronunciarlo.
De esta forma, es tal la fuerza del Destino entorno a mí que me hizo, en una de las pocas noches de lujuria que tuve, concebir una hija cuya existencia desconocía hasta que se presentó en la Cueva como Nigromante y Maestra de magia del sonido. Con su ayuda y las enseñanzas de mi Maestro, creamos una pócima que me permite a mí y solo a mí, pronunciarlo en su nivel más alto: el que permite poder.
Pero todo tiene un precio, hoy estoy siendo muy sincero y digo las cosas muy a la ligera, seguramente habrás notado mi carácter algo más...suelto de lo normal: es porque con el Enoquiano en mi lengua no puedo mentir.»

Metí mis manos en mi túnica y las saqué, tenía en cada una: una pócima cogida por una cuerda pequeña y tapada por un tapón de corcho junto con un papiro con algo escrito. El color del líquido, visible tras el cristal transparente de su recipiente, era de un color amarillo anaranjado metálico.
-En algunas culturas muertas se lo conoce como ambrosía: el elixir de los dioses. Es una pócima similar a la mía, solo que os permitirá entender en vuestro idioma y pronunciación el Enoquiano, pero a un nivel que no podáis reproducirlo pues os faltarían dialectos y cuerdas vocales. A demás, podréis emitir juramentos en este idioma, pero nada más. Eso es lo que quiero que hagáis: vamos a hacer un ritual que nos llevará a un lugar. Necesito que leais lo que hay en el papel, está adaptado a vuestro acento y pronunciación*.
Miré a las columnas y caminé hacia ellas:
-Vamos, no tenemos toda la noche, acompañadme.
- Apremié.
Los ingredientes para lo que íbamos a hacer estaban ya preparados pero ocultos en los resquicios de las columnas: en 6 de ellas, que apuntaban cada una a cada escuela, polvo raspado de las paredes de las zonas de poder de cada secreto de cada elemento junto con la fuerza vital mágica(en orbes) de antiguos maestros de especialidad que habían portado en su momento el secreto determinado, de un dios y de otro, de magos y guerreros elegidos que se habían sacrificado o lo habían sido, en las otras 3, sangre, polvo de hueso y alma(en orbes) del primero de cada especie(enano, elfo y humano). Eran el trabajo de generaciones de Maestros Nominadores...o del Maestro Elodin, yo había participado en la recogida de algunos de ellos.

-Muy bien, poneos donde os de la gana, al Enoquiano le dan un poco igual las proporciones y la geometría a la hora de rituales. Si fuesemos más, nos pondríamos en círculo para mayor solemnidad, pero a menos que podáis estirar vuestros brazos diez metros, tendremos que conformarnos con hacerlo de forma burda.
-¿Alguna pregunta?, vamos a empezar.

*Algo así como si a un español le pones en un papel unas palabras para que hable inglés: “jou ar yu?” en lugar de “how are you”.

No podía creerlo. No podía creer ni una de las palabras que nos contaba la lengua vil y manipuladora de aquél nigromante. Pero lo hice, en un principio, porque confío en Narshel, y, sobre todo porque, ¡maldito fuera!, las piezas encajaban a la perfección.
También podría ser parte de las mentiras que urden estos seres que, en comunión con la Oscuridad han perdido todo rastro de humanidad, en el caso de unos, y mancilladores de su propia raza élfica, para otros. Sin embargo, no sentía esa intuición que me suele advertir de que algo malo se aviene.
A demás, tenía algo que no me daban ni la historia oficial ni ningún libro del Concilio o del Bosque Dorado: Respuestas.
-E...es decir... que acabaré por volverme un ser que cree ser un dios y querrá la dominación mundial.
-Sacad vuestras propias conclusiones; por ahora, aprended. Las preguntas al final de la clase.
Me quedé boquiabierto, ¡Nadie podía hablarme así! ¡Nadie me había hablado así!, nunca. Por otra parte, nunca me había quedado con tales interrogantes ni había hablado con un nigromante.
Entonces el...¿dragón? ¿Cómo era eso posible? Quizás fuese un apodo al ser el Portador del Nombre del Fuego, según Tahros. Aunque visto lo visto, todo era posible con aquél mago de por medio. Bueno, el hecho es que me preguntó sobre cómo me encontró el Nombre, aunque usando un vocabulario muy rústico ¿gresca?, oh Svea, ¡¿dónde me he metido?!.
Miré, interrogante, al nigromante, que no quiso decir nada. Intenté sacar mi propia conclusión:
-Bueno... pues la verdad es que no tengo ni idea. Aunque creo que fue algo instantáneo. Inventé un hechizo por el que me convertía en un elemental de viento y entonces todo: mis pensamientos y acciones cambiaron. Me sentía realmente un dios, casi completo, aunque me faltaba algo...
-Respecto a eso...no lo hagas con frecuencia. Tras lo que haremos hoy no te afectará tanto, pero si las leyendas son ciertas y el Secreto del Aire anda por ahí cerca, sí que tendremos un dios o similar por ahí.
-Sí...tiene sentido. Es como el modo Berserker del Viento, solo que en lugar de distinguir entre amigos y enemigos, lo ve todo desde una perspectiva “superior” y mira al resto de seres con indiferencia, como si fuesen hormigas curiosas.
-Exacto. Y Yandrack, él tiene más autocontrol a demás de que su Nombre es más sutil en todos los sentidos. Se que eres especialista en fuego. Ni se te ocurra entrar en modo Berserker, y menos si el Secreto del Fuego anda cerca. A no ser, claro, que quieras que todo Terra sea un desierto inerte habitado por cucarachas.

-Tahros si vas a tener que volver cada vez que un nombre tome a un portador me temo que vas volver bastante aquí...No parece el método mas practico, con respecto al enoquiano y Elodin me gustaría preguntarte luego.- Dijo el híbrido.
-Solo actúo cuando hay dos Portadores en la misma generación o al mismo tiempo. Aunque también debería hacerlo con los individuales. Por no hacerlo mi antecesor, ardió la Escuela del Sol Poniente. Sí, está relacionado con un Portador del Fuego arrogante o estúpido, aún trato de decidirme.-Se encogió de hombros, aunque con cierta irritación en su tono de voz.- Puedes preguntar y yo puedo no responder.- Y dió por terminada la conversación
-Empecemos.
El ritual se desarrolló de la siguiente forma:

-Tahros: adgtoloi camliax sapah vooane; loagaeth, logaeth, logaah, LOGAH = ahora puedo hablar los sonidos de la verdad; el discurso de un dios (el discurso de un dios dicho de 4 formas diferentes, dando énfasis y poder).
-Todos: Oloi gohia vaoan. Oloi camliax vahoians = Ahora diremos la verdad. Ahora hablamos el idioma verdadero.
-Tahros: Ziriad omaoase micalon = soy el maestro de los nombres de poder.
Inoas noalin = ellos han venido a ser lo que pueden ser.
Inoas zirenaiis micalonis = ellos han venido a ser los Señores del Poder.
-Rocuv: Zirenaizong, pagbialo lizong = soy el señor de los vientos, susurro del primer viento.
-Yandrack: Zirenaipvrgel, dsbrin ialpirt = soy el señor del fuego, portador de la primera llama.
-Tahros: I croodzi ontilb= ha comenzado su aprendizaje.
-Yandrack y Rocuv: GEMEGANZA=hágase tu voluntad.

Conforme hablaban y todo sucedía, los presentes sintieron estar actuando como sombras de algo más antiguo que su alma, con un cierto retraso momentáneo que, sin embargo, era de milenios atrás.
Las 9 columnas cayeron hacia el centro, cubriendo sus cabezas a modo de cúpula incompleta. Mientras lo hacían, los ingredientes y objetos que el anciano había dispuesto en estas, se deslizaron en contra de la gravedad hasta el fuste de las mismas. Para cuando lo hubieron hecho, éstas habían quedado apoyadas justo encima del altar, formando un nonágono casi circular que dejaba pasar limpiamente un rayo de luna hacia el centro. Los objetos e ingredientes cayeron hacia este pero se disolvieron conforme descendían.
La superficie del altar, entonces, tornó de un color plateado titilante: de aspecto líquido como el agua, aunque vaporoso como el viento, brillaba y emitía su propia energía como el fuego y era a su vez sólido.
Tahros se acercó a este, alargó su brazo derecho mientras el otro, tambaleante, quizás por los nervios, quizás por su estado de vejez perpetua, se apoyaba en el bastón. La luz plateada golpeó el brazo invasor que proyectaba su sombra sobre el altar, sin dejar que esta lo alcanzase.
Sin vacilar aunque con una mueca de dolor, el Maestro posó con decisión su mano en el altar, sobre donde quedaba casi imperceptible la huella de otro como él que antaño la hubo dejado. En ese momento, llegada la Medianoche exacta, ocurrieron toda clase de sucesos.
En primer lugar, los tres dejaron de sentirse sombras para pasar a sentirse el presente, la luz. Luz como la que surgió del altar y golpeó la Luna, que había perdido su brillo, ahora sustituido por uno inverso. Anterior a esa luz, una mano sombría se alzó al cielo y, más veloz que esta, llegó al astro y lo abrazó, inmensa, motivo por el cual la Luna perdió su brillo.
En esa explosión lumínica que, sorprendentemente, no les cegó, sino que les permitió Ver con mayor claridad de la que habían tenido en toda su vida, se tornó en una esfera de luz plata que nació desde las tumbadas columnasque se extendió hasta donde alcanzó su vista y más.
Si prestaron atención, verían siquiera por un segundo, unicornios surgir en esta y ser arrastrados por la misma. Los lobos y licántropos aullaron a la vez... El tiempo paró fuera de esa burbuja. En el cielo no se veía ninguna Luna.
El anciano se sacudió las manos, dando por finalizada su parte.
-Bien, esto que acabáis de ver es una pequeña demostración de algo realmente arcano, y no como el lenguaje que llamamos así. Es el fruto de que las criaturas mundanas de nuestra Terra se tornen legendarias, es lo que le da fuerza mágica a la Luna Llena, un mero fenómeno astronómico. Hemos actuado bajo la sombra e impulso de quienes vinieron antes que nosotros, ahora hemos dejado huella. Vamos a ir a un lugar que podríamos considerar otra dimensión, aunque si lo hiciéramos, erraríamos. Hasta que yo no cambie algunas cosas mediante la magia espacial que he tenido que aprender para que el Destino se cumpla, flotaríamos en un ambiente ingrávido con medidas espaciales y causales fuera de toda comprensión y vuestro débil cerebro se evaporaría. Para evitar eso, he creado una esfera de gravitación lógica alrededor de mi bastón. Cogedlo y no lo solteis. Oh, y, cerrad los ojos hasta que os diga.
Cuando lo hubieron hecho, el anciano tiró de su propio bastón, arrastrando a sus acompañantes hasta la luz plateada del altar y... desaparecieron.

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-¡Ya podeis abrir los ojos!.
La luz era relativa y, aunque se veía con claridad, no deslumbraba. El espacio físico era reducido y se encontraba flotando estático rodeado de un vacío infinito. Estaban de pie sobre un aro cónico que rodeaba una esfera de gran tamaño que, según la entrada a la que daba en el interior de esta, constituía una especie de templo al equilibrio (imágenes de balanzas, ángeles, etc).
Tenía puentes macizos a sus cuatro lados, que llevaban a esferas similares, en su caso, dedicadas a los 4 elementos.
A demás, de forma inverosímil, solo la esfera en la que se encontraban, era cruzada por otro platillo vertical, el cual conducía, por arriba al lugar del elemento luz, y del que provenía la iluminación de este mundo y por abajo, el elemento oscuridad.
-Bien, aquí la gravedad es diferente a la de nuestro mundo. Si saltáis a vacío desde este anillo, acabaréis de pie pero con la cabeza hacia lo que ahora es abajo. Por lo tanto...
Fue hacia la intersección entre el anillo vertical y el horizontal y, en un paso, su gravedad cambió: lo que pisase, eso era el suelo para él.
-Acompañadme, no hay tiempo que perder.

NOTA: un poquito de velocidad.

Tahros manda a Rocuv a que entre, bajo circunstancias especiales en la parte de la luz (escudado en que Narshel le da permiso), ahí toma unos polvos de luz.
Van a la parte de Tierra, con montañas y bosques. Ahí la naturaleza y la vida son prósperas. Se encuentran en un lugar muy parecido al bosque del Valle de los Lobos.

Tahros usa un hechizo enoquiano en el que divide los nombres que hay en él como Nigromante (oscuridad y magia). La magia controla la oscuridad o cualquier elemento, por lo que, al hacer esto la oscuridad empieza a liberarse y todo a su alrededor empieza a podrirse y morirse. Rocuv usa el hechizo de dar energías con la variación de que son de luz (gracias a los polvos) y así controla la expansión de la oscuridad.
Tahros, aguantando un dolor inhumano, despliega la mano de energía hacia Yandrack, su nombre toma consciencia física y aparece una especie de llama atropomórfica que se debate entre el llanto, la rabia y un regocijo demoníaco. La mano calma la llama hasta volverla pacífica, tranquila y domada.
La mano vuelve al anciano y la oscuridad deja de extenderse. Queda exhausto, en el suelo, dolorido. Rocuv deja de imbuir luz. No quedan más polvos.
Rocuv empieza a canalizar la energía del ambiente hacia Tahros, de forma que lo alivia y cura lo suficiente para que se incorpore y se levante, no sin cierta dificultad, ayudado por su bastón.
Al mismo tiempo, él y Rocuv miran hacia Yandrack...que no estaba solo, una mujer pelirroja, desnuda y de mirada fogosa estaba a un lado detrás suya, aunque le costaba mantenerse de pie.
Yandrack, que les miraba a ellos, se gira y la ve.
Rocuv aparta la mirada, con pavor. Tahros planta sus ojos en los suyos, con una curiosidad infinita:
-Saludos, Vulcana.
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