Danah estaba pensando en Zane, esa chica llena de vida y con esos rizos pelirrojos que la caracterizaban, fue la primera persona que conoció allí y sin embargo había estado muy perdida últimamente. Iba camino al laboratorio, después se pasaría por la biblioteca para estudiar e investigar en algunos ''asuntos''. Sería una tarde atareada... Abrió lentamente la puerta de la estancia, para su sorpresa vio que un chico se encontraba muy centrado en una de las mesas de roble. No quería molestar así que se dirigió a la mesa de al lado y empezó a investigar.

Tenía un libro a su lado en el que decía todo tipo de mezclas químicas, sí Danah iba bastante a la biblioteca, quizás demasiado pero eso no le importaba. Ella solo quería ser buena estudiante, otra cosa es que hiciera alguna otra que tontería.
Cogió el matraz Erlenmeyer y echó en él, el contenido líquido de un pequeño frasco que Danah llevaba en una bolsa donde había metido todo tipo de materiales necesarios para realizar la poción.
Acto seguido, vertió unos polvos verdes con mucha delicadeza. Cogió cuidadosamente el matraz, lo agitó lentamente haciendo que ambos líquidos se mezclaran.

Danah se disponía a abandonar el laboratorio, ya tenía la poción, nada la frenaba allí, además tenía prisa. Pero aún así, dignamente se volvió en dirección al chico que parecía bastante más mayor que ella aunque fue un detalle que tampoco apreció demasiado. Había poca gente últimamente por la Torre y cualquiera que hubiera prestado especial atención al edificio podría ver que la aprendiza de segundo grado era de las pocas que iba de un lado a otro por la amplia estructura de la escuela.

-Me da igual quien eres y como te llames, me da igual el hecho de que me mires cuando te hablo -Danah parecía muy repelente en este momento pero no parecía darse cuenta- Pero, ten cuidado de no confundirte y coger los polvos rojos de tu derecha. -Danah suspiró- Me importa demasiado esta vieja escuela como para que vuele por los aires.-Esbozó una sonrisa

La voz estridente de Danah sorprendió a Godric. No era la primera vez que la oía, la había oído alguna que otra vez por la Torre, pero jamás le había prestado intención, sin embargo esta vez no tuvo más remedio que ponerle cara a esa voz.

El Laboratorio era una de las estancias menos usadas de toda la escuela, jamás se había encontrado a nadie ahí, y jamás pensaría que alguien le sorprendería ahí, y tal fue la sorpresa que, de puro susto el frasco se le resbaló de las manos, haciéndose trizas al caer al suelo.

Segundos antes de que se desatara el apocalipsis Godric miró a Danah a la cara. Era joven, más de lo que había pensado, y sin embargo se movía como pez en el agua en el laboratorio, parecía tener talento, no sabía si lo tenía, pero parecer, lo parecía.

Tras la inspección de la jovencita, volvió a centrarse en su catástrofe personal.
La tormenta contenida en el frasco había ascendido hasta el techo de la estancia y se había hecho grande, muy grande, todo el Laboratorio estaba ahora bajo el manto de una oscura nube que amenazaba con soltar una feroz tormenta.

— Esto va a ponerse feo... muy feo. ¡A cubierto! — Godric gritó mientras se escondía bajo la mesa de roble.
En ese preciso momento un relámpago sacudió la mesa dejando una marca horrible de su paso.
La tormenta se desató en el laboratorio, una incesante lluvia y un continuo eléctrico cayó sobre la estancia.

Seguí mirando al chico, vi cómo se sorprendía al percatarse de mi presencia y a su vez como tiraba un frasco. No presté mucha atención a este último hecho ya que seguía observando a Godric con curiosidad y autoridad. Desgraciadamente pude apreciar como de aquel botecito de cristal partido en pequeños trozos esparcidos por la sala formaba una gran tormenta.

La voz del chico fue la que me hizo reaccionar y en seguida busqué un sitio donde cubrirme. Se escuchaban pequeños pero fuertes rayos y relámpagos que soltaban una molesta lluvia para los que estábamos presenciándola. Busqué en mi memoria todo tipo de hechizos, había estado repasando muchísimos hechizos hasta algunos que iban más de su nivel pero estos en la mayoría de ocasiones no funcionaban como deberían o terminaba exhausta y agotada. De repente se me ocurrió uno.

Ese hechizo servía para cambiar el tiempo atmosférico lo que me resultaba bastante útil. Salí de mi escondite no sin cierto temor y pensé en un día soleado mientras pronunciaba aquellas palabras en lengua arcana. Sin éxito. Tendría que haber funcionado y sin embargo allí seguía la lluvia empapándola mientras miraba como una auténtica imbécil como mi hechizo no había obtenido ningún tipo de resultados.

Finalmente me deslicé hasta el escondite del chico estrujándome el pelo con la esperanza de escurrir todo el agua. Lo miré fijamente y muy no muy segura de lo que debía hacer.
-Tenemos que pararlo de alguna forma antes de que vaya a peor... ¿Se te ocurre alguna forma?-Lo miré dudando con qué nombre dirigirme a él.